La obesidad es un gran problema de salud pública que afecta a toda la población y que también nos encontramos en la mujer en edad reproductiva.
Como sabemos, la obesidad es una patología multifactorial inflamatoria que consiste en un aumento del porcentaje de materia grasa por encima de los valores de normalidad para la persona, afectando a la salud en muchos aspectos. Asimismo, la obesidad influye negativamente en el sistema reproductivo a nivel hormonal, agregando una complicación más y un factor adicional al problema de fertilidad actual en la población.
En la actualidad aún existen muchos embarazos en España no planificados y por tanto donde no se puede ejercer una acción previa a la concepción, pero cada vez son más también el número de embarazos a partir de técnicas de reproducción asistida. En éstos y en los embarazos planificados es donde podemos tener desde el área de intervención de la dietética y la nutrición la mejor adhesión al tratamiento.
El IMC se obtiene dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros (IMC = peso [kg]/ estatura [m2]), el resultado clasifica si el paciente tiene peso insuficiente, normopeso, sobrepeso, obesidad, etc… y es orientativo, aunque a veces no es tan acertado, dado que pueden ser otros compartimentos como el muscular el que esté aumentado en lugar de la grasa y esto nos lleve a sobrepeso, pero es una herramienta que nos ayuda a medir y a poder estudiar los efectos de algo concreto sobre la población general.
La evidencia científica en la actualidad nos dice que la obesidad en el embarazo se asocia con un aumento de otras patologías que van asociadas a ésta y que se pueden producir durante el embarazo, o después, además de otras que tienen repercusión directa sobre la salud del futuro hijo.
Las repercusiones sobre la madre van desde diabetes gestacional, hipertensión arterial en el embarazo, aumentado riesgo de preeclampsia, depresión, parto instrumentalizado y cesárea, con las posibles complicaciones de estas patologías postparto. Mientras sobre el futuro hijo van desde macrosomía (más grande para su edad gestacional, sobre 4-4,5 kg), parto prematuro, anomalías congénitas, muerte perinatal y problemas de lactancia.
Si somos conscientes de la repercusión sobre madre e hijo, sabemos que se hace necesaria la protocolización de la intervención dietético-nutricional previa al embarazo y durante este mismo, donde desde la alimentación podremos ayudar no a perder peso durante el embarazo ya que esto está contraindicado, si no a dar el soporte o ser la herramienta a nivel nutricional y así poder asegurar el aumento del peso adecuado, con el aporte energético y de macro y micronutrientes adecuado para la mujer, además de poder contribuir a la mejora de la evolución que pueden tener las patologías asociadas como la hipertensión o la diabetes desde el control nutricional.
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Teresa Hernández García · Nutrición · Instituto de Medicina EGR