La próstata es un órgano del aparato reproductor masculino que está presente en todos los varones, situado en la pelvis a la salida de la vejiga y “abrazando” la uretra. Este órgano está sujeto a cambios a lo largo de la vida del varón, principalmente influenciados por el efecto de la testosterona. Según los últimos estudios (Brigham K. Urol Clin N. Am 2016), más de la mitad de los varones de 50 años y el 80% que lleguen a la edad de 70 años tendrán síntomas prostáticos. Debido a ello, los médicos llevamos años fomentando la revisión prostática periódica y explicando a nuestros pacientes la importancia de saber detectar problemas prostáticos, así como las alternativas que podemos ofrecerles.
A groso modo, la próstata se divide en dos partes, una más externa y una más interna. La parte más interna, o transicional, al crecer produce lo que se conoce como hiperplasia benigna prostática. La parte más externa, o periférica, puede dar lugar al cáncer de próstata, lo cual ya comentaremos en otro artículo.
El crecimiento de la parte interna, aunque sea benigno, es prácticamente inevitable en todos los varones, y no siempre es igual. Simplificando, cuando lo que crece es el componente fibroso, se generan próstatas pequeñas pero muy sintomáticas, ya que comprimen la uretra. Por otra parte, cuando lo que crece es el componente glandular, aparecen próstatas grandes, que no siempre son sintomáticas. Es importante entender que el tamaño de la próstata no implica sintomatología: puede haber próstatas pequeñas muy sintomáticas y otras muy grandes y prácticamente sin ningún síntoma.
Tras hacer el estudio de la próstata, detectaremos si es preciso tratar los síntomas que genere el crecimiento prostático, o si tiene que realizar alguna prueba para estar seguro que no hay cáncer en la próstata. Si no hay signos de malignidad, y usted tiene problemas miccionales, es muy probable que le ofrezcamos alguno de los tratamientos disponibles actualmente. Hacemos hincapié en la precocidad del tratamiento: la vejiga es la primera damnificada del crecimiento prostático y, si no se trata de manera adecuada, puede sufrir daños permanentes e irreversibles. Afortunadamente en el Instituto de Medicina EGR tenemos un protocolo de actuación en el que nos permite actuar de manera muy rápida y personalizada, acorde a cada caso, además, no tenemos listas de espera.
Gracias a los últimos adelantos, disponemos de tratamientos orales que son capaces de contrarrestar los efectos del crecimiento prostático. Estos medicamentos en general son muy bien tolerados, y se pueden mantener durante años permitiendo que los pacientes tengan una gran calidad de vida.
Si los medicamentos no funcionan, o inicialmente sí pero han dejado de hacerlo, la siguiente alternativa que ofrecemos es la cirugía. También en este campo ha habido cambios últimamente: trabajamos con láser, lo que ha revolucionado y sustituido a las técnicas tradicionales. Aunque la eficacia de los diferentes láseres es la misma que la cirugía tradicional, la gran ventaja es que el paciente tiene postoperatorios mucho mejores, se sangra menos y se realizan menos incisiones, ya que todos se aplican a través de la uretra. Eso si, como cualquier técnica quirúrgica, un láser nunca sustituirá a unas buenas manos a la hora de operar: lo mejor es combinar las dos: técnica y urólogo.
En resumen: si usted esta preocupado o tiene problemas miccionales, consulte a su urólogo de confianza, seguro que saldrá más tranquilo y con una respuesta a su problema.
Especialista en Urología